Бесплатный фрагмент - ¿Estás Loca?

Vera

— ¿Por qué llegas tan tarde, hija, y de nuevo apagaste el móvil, oh, por qué tienes tierra de debajo de las uñas? — preguntó la madre, mirando con recelo a la pálida mujer de treinta años.

— Estuve enterrando una paloma. — respondió Vera, y se dirigió a su habitación.

Era una noche fría de otoño, la lluvia golpeaba en su ventana y ella se sentía con el corazón pesado.

— Por lo menos ve a lavarte las manos, — suplicó Elena Vasilievna, — las palomas esparcen todas infecciones, si te enfermas, nos darás un problema más. Y además puedes infectar a mí y a tu padre.

— Sí, mamá, tienes razón, me voy al baño.

— Oh, Vanya-Vanya, nuestra Vera vuelve a tener problemas. Parece que ha comenzado la agravación otoñal. Hoy estaba enterrando una paloma, cuando ha venido, tenía tierra de debajo de las uñas. ¿Te imaginas?

— ¿Por qué no?, claro que si, y además me imagino, Lenusik, que si no fuera por tu superamor e hipercuidado maternal, nuestra Vera no estaría soltera en sus treinta; y en lugar de organizar funerales para palomas, se ocuparía de sus hijos y de su marido.

— ¿Quién la necesita además de tú y yo, Vanya? Teme a Dios que digas eso.

A la edad de treinta años, la vida de Vera Nikiforova se convirtió gradualmente en una serie gris de eventos cotidianos. Por la mañana iba al trabajo, por la tarde volvía a casa de sus padres, los fines de semana visitaba a los abuelos. Lo hacía todo eso no para complacerse a sí misma, sino por el deseo de complacer a su pobre madre enferma, que le había dado los mejores años de su vida.

Elena Vasilievna, quien padecía una enfermedad cardíaca congénita, desde el mismo nacimiento de su hija, a quien le había sido heredada esa dolencia, literalmente hacía que cayera rendida a los pies de su amada bebé, a su vez, manteniendo cada paso de la vida de su hija bajo su estricto y vigilante control.